Camilo Barceló, el colombiano que solo viste de color verde - Barranquilla - Colombia - ELTIEMPO.COM

2022-11-15 16:53:21 By : Ms. Pepper Zhang

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Camilo Barceló dice que todo comenzó cuando, por azar, compró sus primeros electrodomésticos.

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Mientras un puñado de mujeres lloraba al lado del ataúd, un hombre estaba en una esquina del cuarto, impasible y vestido de verde de pies a cabeza. Los allegados a la difunta le daban un apretón de manos y seguían la procesión hacia el féretro sin comentarle nada sobre la camisa, el pantalón, los zapatos y la sombrilla verde que traía.

En una época en que vendían papeles higiénicos de colores, también lo compraba verde. La ropa fue lo último, esto no ha sido de un día para otro

En la funeraria predominaban el negro y el blanco, y él tenía todos los tonos de verde de un jardín encima. Traía una camisa verde vivo, claro, perfectamente planchada, de mangas cortas y encajada cuidadosamente en su pantalón, que era un tanto más oscuro y tan verde como el verde de una aceituna. Sus zapatos de cuero parecían hechos con la piel de un cocodrilo: eran verdes como el verde del pasto, como la sombrilla que le colgaba del brazo, verdes como todo en él.

Nadie le decía nada. Ni su novia, nieta de la difunta, ni la familia de ella, que lo ve vestido con todos los tonos del verde siempre, con todas las combinaciones de verde posibles, como si cargara un bosque encima. No podían esperar otra cosa de un hombre que sepultó a sus padres en dos ataúdes verdes y les puso a sus bóvedas las únicas lápidas verdes y alegres que hay en el Cementerio de Soledad.

(Esta historia se publicó originalmente en septiembre del 2012 bajo el título Camilo Barceló viste y usa objetos de color verde desde hace 15 años)

Camilo Barceló tiene 59 años y la expresión de su rostro es seria, aunque siempre tiene un chiste en la punta de la lengua. Desde siempre ha vivido en Soledad, un municipio que hace parte del área metropolitana de Barranquilla, donde los pobladores se ufanan de tener los mejores puestos de fritanga y de preparar las mejores butifarras -pequeños embutidos picantes de carne- de la región Caribe.

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Casi toda su casa se pinta de tonalidades de verde,

Guillermo González / Archivo EL TIEMPO.

Allí creció Camilo, en un pueblo que se confunde con Barranquilla porque su gente es tan desparpajada como sus vecinos, y ambas poblaciones han crecido tanto que es imposible saber dónde termina una y comienza la otra.

"Aquí vive el Cami, pero casi nunca está", dice un letrero en la puerta de su casa, que está pintada de verde oscuro como una habichuela y es el sitio donde hace 15 años pintó su vida de ese color.

Todo empezó cuando aún vivía con sus padres y compró una estufa y una nevera que luego llevaría a su propia casa. "¿Por qué las elegí verdes? Pues por pura casualidad. Entré al almacén y las escogí sin mayor misterio", comentó.

"Luego, yo tenía la nevera y la estufa aquí y no pegaban con nada -explicó un miércoles por la noche, parado en la mitad de la cocina-. Todo debía combinarlo porque la cocina tenía un enchape blanco; lo hice verde. Después, vi que el baño también tenía un enchape blanco, y no pegaba con el de la cocina, y también lo pasé a verde. Luego, vinieron el inodoro, el lavamanos, el toallero, la jabonera, el jabón, el enjuague bucal y la crema dental. En una época en que vendían papeles higiénicos de colores, también lo compraba verde. La ropa fue lo último, esto no ha sido de un día para otro".

Utensilios de cocina, ropa y más son de color verde en la casa de este caribeño.

Guillermo González / Archivo EL TIEMPO.

No hay una persona que pueda considerarse enemiga de Camilo Barceló

Dicho esto, abrió la nevera y alzó con orgullo un frasco de salsa de tomate verde que le mandó una ahijada desde Estados Unidos. En su cuarto colgaba de un mueble el único sombrero vueltiao del Caribe que tiene verdes los bordados negros, y en su ropero las camisas colgadas parecían un arcoíris que, en vez de siete colores, traía el verde en todos los tonos.

Toda la ropa interior parecía sacada del clóset de un militar. Nada se le escapaba. Sobre una mesa, en una esquina de su habitación, el frasco de un perfume y del desodorante eran del mismo color, igual que los copitos para limpiarse las orejas y las peinillas, las toallas y el tendido de la cama. Con la blusa marrón que tenía puesta Margarita Gamero, la novia de Camilo, su presencia era todo un acto de resistencia en la casa. "Ella no es verde, pero está biche", bromeó él cuando vio a la mujer sentada en la mesa de la sala, sobre la que había una tarántula de plástico tan verde que no daba miedo sino risa. Margarita, quien tiene 39 años, dijo que cuando estaba por empezar a salir con él, hace tres años, una prima le dijo que en la casa de Camilo no había un rincón a salvo del dichoso color.

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"Cuando entré aquí, me impresioné. Una cosa es que te lo digan y otra verlo. Todo, hasta los alambres para colgar la ropa, es verde. Le dije: 'Cami, tú estás loco'. Pero después no me importó. Aunque a veces tiene un 'geniecito', es un hombre responsable, honesto, ni siquiera toma ron", comentó Margarita.

Camilo es delgado y camina rápido y con soltura, algo desgarbado.

Al conocer a Camilo, Margarita quedó incrédula frente a cómo el verde tiñe sus días.

En las oficinas de la Contraloría departamental, en el centro de Barranquilla, no hay quien ponga su nombre en entredicho por su afición. Allí, trabaja como auditor de Servicios Públicos del Atlántico, y el color de su vestimenta, que en una oficina de cualquier otra ciudad provocaría al menos miradas de reojo, aquí es un elemento más del paisaje.

Por pura casualidad, en la Contraloría todos los muebles son verdes también, como Camilo. Édgar Jiménez, que trabaja junto a él desde hace 13 años, contó que al principio no se sintió impresionado, pero casi se va de espaldas cuando Camilo lo invitó a celebrar su cumpleaños.

"Todo era verde, hasta el arroz, la torta y toda la comida. Él me dijo que todo tenía que ser verde. Parecía una fiesta de niños", comentó.

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En su barrio, lo describen como un tipo pacífico que jamás ha peleado con nadie. Esteban de Alba, que lleva casi 40 años viviendo a la vuelta de la casa verde, dijo que por esas calles "no hay una persona que pueda considerarse enemiga de Camilo Barceló".

Así es él, como en los Carnavales de Barranquilla, cuando la gente celebra la vida sin otra razón que la alegría por la alegría y nadie señala a nadie y cualquier disfraz es válido y cualquier comportamiento, por loco que parezca, es irreprochable; él es un tipo verde porque quiso serlo. Así de simple. Porque el enchape de la cocina no pegaba con la estufa y la nevera, acabó transformándolo todo.

Así lo quieren las personas que lo quieren en Soledad y Barranquilla, que hacen parte del mismo carnaval todo el año. Lo quieren, lo respetan, celebran la vida con él porque no tiene miedo de ser él mismo siempre. Hay una persona en su oficina que jura que Camilo es un ambientalista y de ahí viene su pinta. Un vecino de su barrio especuló que como su papá fue un político y Camilo, el último alcalde de Soledad antes de que se escogieran los mandatarios por voto popular, su pinta verde era en honor de la bandera de Soledad, que es verde y azul.

Camilo ha buscado que toda su cotidianidad luzca de verde.

Guillermo González / Archivo EL TIEMPO.

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"La verdad es que todo es por mamar gallo. Ponlo así. Todo esto ha sido una mamadera de gallo", dijo en la puerta de su casa, sin darle vueltas trascendentales a la pregunta de si había otra razón para el verde, aparte de que la estufa no combinara con el blanco de la cocina hace quince años.

Camilo es Barranquilla pintada de verde. Es, como lo dijo Gabriel García Márquez en una de sus columnas de El Heraldo, refiriéndose a su amigo Álvaro Cepeda Samudio, un tipo con el coraje para "hacer las cosas como le viene en gana", que es, finalmente, apuntaba Gabo, "la mejor manera de hacerlas".

* Texto escrito bajo la tutoría del periodista Jon Lee Anderson en el taller de Periodismo y Literatura 'Crónicas de la Barranquilla de García Márquez', de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), realizado en Barranquilla en el 2012).

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